martes, 30 de noviembre de 2010

historia politica

Acaso por la magnitud de acontecimientos recientes tales como los cambios geopolíticos, la globalización y sus correlativos brotes neonacionalistas, o las transiciones políticas hacia la democracia en regiones como América Latina, la historia política es actualmente un polo historiográfico fuertemente renovado que indaga sobre las relaciones complejas y variables que establecen los hombres en relación con el poder. Esto implica prestar atención a los modos de organización y de ejercicio del poder político en una determinada sociedad, y a las configuraciones sociales que vuelven posibles esas formas políticas y las que, a su vez, son engendradas por ellas.
Como en el caso de la historia cultural, lo político o, simplemente, la historia política, no alude actualmente a un campo autónomo de la realidad social diferente, por ejemplo, de lo social, lo económico o lo cultural, sino que refiere a una dimensión de las prácticas humanas que son inseparables de las demás. Así como lo cultural alude a la dimensión simbólica de toda experiencia humana, lo político remite hoy al estudio del conjunto de la vida social como forma específica de relación y comunicación que tiene como preocupación central el problema del poder en su dimensión pública. Esta concepción naturalmente incluye aquello que era el eje de la historia política tradicional, es decir, el estudio de las instituciones del sistema político, pero las supera a través de la exploración de la acción política, de las relaciones sociales de poder y de las configuraciones sociales que las sustentan.
Mal podría tratarse entonces –como se ha sostenido– de un retorno a la vieja historia política. Se trata mejor de una profunda reconfiguración del campo a tono con los cambios más generales de la historiografía contemporánea.

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